Las piletas Pelopincho, nos refrescaban los veranos!

Piletas Pelopincho. No hay mayor lujo en el verano porteño que poseer una gloriosa pileta Pelopincho, plantada en medio de la terraza, desafiante sobre las baldosas calientes. La de mi infancia fue de color naranja, lienzo grueso con esquinas amarillas y el tamaño adecuado para permitir el placer del agua batiendo en la cara cuando improvisaba un largo, bucear con gafas hasta encontrar una Piedrita, la moneda o el tesoro Imaginado, y más que suficiente para probar la aventura del salto de la bomba desde un punto determinado.

O para el momento más asombroso: que mi viejo pasaría el rato conmigo a pesar de que la piscina rebosaría.  Había olvidado esa alegría infantil hasta que tuve mi propia casa y un hijo de tres años y medio, Rocco, listo para aprovecharla, armando su Pelopincho. Pero la Pelopincho ya no es anaranjada sino azul con turquesa, porque algunos Illuminati encontraron que esos colores hicieron un mejor contraste.

Hoy en día no hay apoyo directo en el suelo, pero hay que comprar un polietileno protector de espuma como base. Tampoco se deja a cielo abierto, pero por una suma no tan barata hay cubiertas para protegerla por la noche. Y si, como ya he dicho en numerosas ocasiones en el blog, todo, absolutamente todo, ha cambiado!

Menos todavía se usa echarle un chorro de lejía cuando el agua es negra, como lo hacia mi viejo-y la góndola ahora presenta la Boa para poner las tabletas de cloro, un frasco con desinfectante granulado, un líquido antialgas y también un medidor del ph del agua. También,  Barrefondo, líquido antialgas y también el filtro de recirculación.

Lo único que no ha cambiado es la tortura que sufrí ayer y hoy tengo que imponer a mi hijo: hay que esperar a que la digestión termine. Pero a pesar de los muchos cambios que nos impone el así llamado progreso, las piletas Pelopincho aun cumplen dignamente con su misión que es la de refrescar los veranos de toda la familia|

Ya. Esa es una tradición que he heredado de mi viejo, que me aconsejaba siempre. Nene, espera al menos dos o tres horas después del almuerzo para que hagas la digestión, sino es peligroso! Y así como hacia yo cuando era niño, así hoy mi pequeño hijo sigue la costumbre de esperar a digerir antes de tomar el baño en la gloriosa Pelopincho!