Las mejores y las peores viejas golosinas

EL CIELO

1. Mejor bocadito: Marroc
El bocadito Marroc logra lo que toda golosina debe lograr: que uno quiera más. Es así: un solo bocadito Marroc nunca es suficiente. Por su suavidad y textura, este bloquecito de praliné blanco y leche es nuestro favorito. Es cierto que cada vez parece venir en tamaño más pequeño… ¿o es que nosotros crecimos? Lo concreto es que el Marroc es un clásico que no conoce edades.

2. Mejor golosina original: Vauquita
La Vauquita se puede equiparar con las curitas, la gillette y la plasticola: marcas que, de tan conocidas, pasaron a ser el nombre genérico con el que se conoce un producto. Ya sabés de qué te hablamos: esa tableta de dulce de leche solidificado que viene desde siempre en su emblemática cajita de cartón beige. Además de dulce, rica y original, aporta pocas calorías. Perfección hecha golosina.

3. Mejor golosina clásica: Nugaton
Es posiblemente el producto más rico de Bonafide, y cumple ahora 60 años. Todo un número para algo tan simple como una golosina. Las versiones más nuevas (black y chocolate blanco) están ok, pero no son su punto más fuerte. El clásico, en cambio, tiene todo lo que tiene que tener. Textura aireada, sabor vicioso, buen tamaño y precio más que razonable. Sí, nos gusta mucho.

4. Mejor pastilla: DRF
Las mejores pastillas para comer sin parar. Blancas como la cal, pura azúcar saborizada que logra algo muy inusual: todos los sabores son ricos, y cada consumidor tiene su preferido. La mayoría opta por la menta, refrescante, si bien la naranja y limón convencen a varios. Y qué decir del anís, un gusto jugado, que tiene quienes lo odian, y quienes lo aman.

5. Mejor chupetín: Pico Dulce
Un ejemplo perfecto para corroborar que «bien hecho» no tiene que significar «alto precio». El Pico Dulce logró traspasar las barreras generacionales, y gustar a chicos y adolescentes en base a sus múltiples colores, y a un sabor que deambula muy bien en el delicado equilibrio de lo dulce y lo ácido. Muy buena página web.

6. Mejor confite: M&M
Sí, estas grageas de chocolate cubierto con una fina capa de caramelo de todos los colores son incuestionables. Mucho mejor que sus competencias nacionales y de panadería, aquí resalta la calidad del chocolate con leche y también el hecho de que cada color de caramelo es un sabor distinto. Para el cine, para la «sobrecama», para la oficina.

7. Mejor chicle: Beldent Splash Frutilla-Lima
La marca Beldent se ha apoderado de los mostradores de quiosco con una infinita variedad de clases y sabores de chicle. Los de menta son todos prácticamente iguales, pero los de fruta no. Y en esta categoría encontramos esta joyita: un blister con 9 chicles de forma rectangular, con una crocante cobertura de frutilla y un splash de jugo cítrico. Refresca y tiene una buena durabilidad en boca.

8. Mejor golosina bizarra: Bananita Dolca
Ya estás acostumbrado a verla en los quioscos desde hace décadas, pero sé sincero: ¿no es raro que exista una golosina con forma de banana rellena de una pasta amarilla y casi fluorescente? Sí: es raro. Y sabelo: de banana lo único que tiene es la forma. A pesar de todo, «el encanto es su sabor» como decía su famosa publicidad, y sus fans se cuentan de a miles. A ellos y a Dolca, nuestro reconocimiento.

9. Mejor bocadito relleno: Cabsha
¿Por qué los argentinos amamos el Cabsha? Tal vez sea por esa cobertura de chocolate negro, y esa fina galleta (casi una costra) que la sostiene y que se quiebra para dar lugar a su corazón de dulce leche apenas licoroso que se desprende al morderlo. O tal vez sea otra cosa que tienen las golosinas que conmueven. Algo que no se puede explicar y que trasciende el sabor en sí mismo: el Cabsha tiene mística.

10. Mejor galletita bañada: Rodhesia
La rivalidad entre Tita y Rhodesia no tiene que ver su sabor sino más bien con un tema de edades: los más chicos prefieren la Tita, hasta que se dan cuenta de que es apenas un sánguche de dos galletitas Manón bañadas en simil chocolate. Con el tiempo, todos eligen la Rhodesia, por esa suerte de hojaldre que forman las obleas y por su cobertura finita que se resquebraja al ser mordida. Ojalá que el conflicto con la planta de Kraft (ex Terrabusi) no produzca mermas en la calidad de esta impresionante golosina.

EL INFIERNO

1. Peor caramelo: Media Hora
Si ya el anís es un sabor ajeno al paladar del argentino promedio, qué decir del anetol, un derivado de esa planta que le da gusto a estos caramelos que desde hace años pueblan nuestros quioscos. No es culpa del anís que los Media Hora sean tan feos, sino de su incómoda forma tipo bola y algún secreto del antimarketing que deben guardar sus fabricantes para hacerlos particularmente horribles. Sus detractores se cuentan de a miles y nadie logra explicar cómo es que siguen firmes en el mercado. Pero siguen.

2. Peor golosina clásica: Paragüitas
Sabemos que muchos van a saltar, horrorizados, porque nos metemos con el emblemático paragüitas, un chocolate que acompaña a muchos desde la más tierna infancia. Pero dejen esa nostalgia de lado y pruébenlo con cierta objetividad: es malísimo. Sabor a aceite hidrogenado y azucarado, con un retrogusto que queda pegado en la lengua por unos cuantos minutos. No, no, no. Es verdad que lo retro está de moda, pero hay límites.

3. Peor engendro: Fun Pop Blue
Esto debería ir bajo la categoría de peor chupetín, pero no. No es un chupetín. Es un engendro. No hay otra palabra para definir esta cosa, la más fea que jamás hayamos visto en un quiosco. No tiene siquiera la simpática caradurez del helado Patalín, ni el toque gore de imitar la forma de un insecto. No. Su estética apunta, creemos, a los niños, que sin duda tendrán años de pesadillas después de verlo. Parece un chupete rodeado por un montón de dientes agresivos y adultos, y una suerte de lengua inversa con sabor a caramelo frutal. Creado en China, es un gran ejemplo de cómo malgastar recursos.

4. Peor bocadito: Chocomaní
Cómo se nota que el maní es barato… porque se lo somete realmente a todo tipo de aberraciones golosinescas (con muy honrosas excepciones, como el consabido y querido Shot). En este caso, se trata de un caramelo semiblando, como esos de dulce de leche que se pegan a los dientes. Pero si en ese caso zafan justamente por el sabor del producto patrio, el chocomaní tiene un color y sabor oscurísimo, sumando maní picado (andá a sacarlo de entre los dientes). No tiene excusas. Simplemente, incomprable.

5. Peor chicle: Bazooka
El chiste que viene en su envoltorio jamás causó gracia. El horóscopo nunca resultó creíble. Lo único que le faltaba a Bazooka era que el producto en sí mismo fuera malo. Y Bazooka cambió. Poco queda de aquel chicle blando con el que hacíamos globos en nuestra infancia. Ahora, en menos de dos minutos de masticación se convierte en una goma dura, chiquita e insípida, que induce al escupitajo inmediato. Nada, ni su amplia variedad de sabores, lo salva del infierno.