Sabias que Adler, no era solo un queso?

¿Te acordás de los quesitos Adler? Seguro que sí. Recientemente Arcar nos hizo recordar que Adler también fue una marca de autos (que además fabricó máquinas de escribir, bicicletas y motos). En los pagos de una de las presentadoras menos memorables de la televisión argentina, (“Chiquita” Legrand), en el sur santafecino, apareció este Adler que dice el anuncio es del año 1938. ¿Será que en este auto la señora habrá aprendido a manejar? Sin duda, la preferiríamos sentada aquí que en su habitual mesa.

Mejor volvamos al Adler. Aunque ahora pocos se acuerden de ella, la marca del águila tuvo una vida industrial bastante dilatada ya que empezó a producir autos en el primer año del siglo XX y bajó la persiana cuando la primera bomba enemiga golpeó a la puerta en el inicio de la Segunda Guerra.

En los años treinta se consolidó como la cuarta marca alemana, detrás de Opel, DKW y Mercedes-Benz, y por delante de la filial germana de Ford, de Hanomag, Wanderer, BMW, Hansa/Borgward y NSU/Fiat, entre otras.

En el año en que se construyó el auto que apareció en Villa Cañas, el modelo de entrada al profuso catálogo de Adler era el Trump Junior, con motor 4 cilindros de 1 litro y tracción delantera, del que sobreviven varios ejemplares en Argentina (uno de ellos pertenece a un socio del club CADEAA de Lomas de Zamora) y que también eran asiduos huéspedes de los desarmaderos uruguayos.

Como buena marca generalista ofrecía un auto para cada necesidad y luego del Trumpf Junior venían los modelos Primus y Trumpf, también tracción delantera, pero con 1.7 litros de cubicaje en sus cuatro cilindros.